El retorno

Realmente no se si a esto se le puede llamar síndrome, pero desde luego estoy segura de que lo más duro de las vacaciones es, precisamente, el regreso. La vuelta a la dura realidad.

Ahora debo cambiar un mar salado y azul por otro gris de asfalto y lo peor de todo es que tendré que ir bien vestida, ya que aquí no se puede ir medio en bolas en bikini durante todo el día (ya se nota el fresquito).

Por si eso fuera poco, el tiempo recobra el valor que tenía justo cuando marché: en estos momentos es necesario saber casi hasta el minuto en el que vivimos, mientras que allá no tenía apenas sentido saber a que día estábamos o qué hora marcaba el reloj. Ni tan siquiera importaba que saliera el sol por la mañana para poder bajar a la playa porque siempre había algo que hacer, como visitar los puertos cercanos, que nos encantan.


Doy por supuesto que voy a echar muchísimas cosas de menos, pero sé de sobra que lo que más me va a costar asimilar es que ya no estará por las noches esa manita que me acariciaba mientras me hacía la dormida.

A pesar de todo quiero que esta vez sea diferente porque, al contrario de lo que suelo hacer, no me voy a quedar sólo con lo malo sino que todas las experiencias positivas que hemos vivido durante este periodo vacacional (que han sido muchas) las voy a tener más presentes que nunca.

Ahora, por ejemplo, ya puedo decir que he montado en un submarino de la armada, que he visto Torrevieja y me ha decepcionado enormemente (debo ser la única madrileña que no lo había hecho) y que hasta hemos probado el sexo en la playa mientras de fondo veíamos a Murray y Federer jugar la final del US OPEN en una pantalla gigante:

No hablo de nuestra vida más íntima, sino del famoso cóctel que tenía tantas ganas de degustar.

Por suerte no hemos consumido todas nuestras vacaciones aún y, dentro de mes y medio (más o menos) gozaremos de nuevo una semanita en la Sierra de nuestros amores.

Lo único que me queda es encontrar un trabajillo temporal hasta que llegue enero y pueda terminar lo que tengo pendiente. El que busca encuentra ¿no?

Mientras todo pasa iremos cambiando las partidas de cartas por buenas películas y aquellos enormes helados pasarán a convertirse en té calentito aderezados con una buena shisha -cachimba- (tengo pendiente hablar de este artilugio largo y tendido en una entrada próxima).

Tengo que deciros que todo un placer leer vuestros mensajes de “despedida”, deseándome unas felices vacaciones y plateándome algún reto que otro (prometo cumplirlo). Ahora necesito los de ánimo y apoyo xDDD