Es curioso, pero en cuestión de unos diez años he notado muchísimos cambios en la infancia y su educación. Antes pasábamos la vida en la calle y lo que queríamos nos lo teníamos que ganar (y no siempre nos salíamos con la nuestra).
Por ejemplo, para reyes se le hacía una lista a mamá y de ahí los reyes magos traerían lo que podrían porque "había muchos niños en el mundo y tenían que repartir los juguetes entre todos".
A veces te encontrabas sólamente la muñeca que querías, y otras veces no había muchos juguetes, sino que el salón estaba lleno de un montón de ropita o material para el colegio. Pero igualmente te ponías contenta ¡¡porque eran regalos y encima te los habían dejado los Reyes Magos!!
No sé si será que al ir creciendo ves las cosas desde otra perspectiva diferente, pero ahora tengo la impresión de que no es lo mismo.
Por un lado, creo que a los niños, en nuestro empeño de darles siempre lo mejor, se les otorgan demasiados beneficios y les restamos TODAS las resposabilidades y obligaciones. Y con esto estamos creando pequeños monstruitos que carecen de disciplina alguna y no saben valorar lo que tienen. Seres egoistas y mimados que con un ¡ay! lo tienen todo. En cierto modo esto también se traduce en una pérdida de aquella inocencia e ilusión que teníamos de enanos.
Los más peques claro que la conservan (es por eso que me gusta tanto trabajar con la primera infancia), son características inherentes a los niños y es lo que les hace más especiales que al resto de seres humanos, pero en cuanto crecen un poco lo pierden todo. Antes eso nos duraba años.
Los jóvenes ya no salen a divertirse y bailar con los amigos, salen de caza, a ver si pillan cacho. Literalmente, "a ver si follan". Ya no se intercambian miradas ni gestos coquetos, se intercambian fluidos directamente.
Ya no existen esas cartitas de amor que escribíamos de niños, ahora todo se dice a través de un SMS en el que muchas veces no entiendes nada por culpa de esas abreviaturas tan ilegibles.
En cuanto a las relaciones... Quizás ahora se ha perdido mucha de esa magia, esa emoción, esas ganas de querer darlo todo. En definitva, se ha perdido el ROMANTICISMO (con mayúsculas).
Noto que ahora lo que prima es el sexo, el placer y no son pocos los que se atreven a afirmar que el amor no existe. Aquí supongo que es donde yo marco la diferencia; Siempre he soñado con formar una familia con un parde crios o tres y un marido fiel y feliz. Ahora eso se ve como una atadura. A la gente le gusta ser independiente.
Y cuando alguien se compromete creo que muchas veces se hace de una manera superficial o incluso idealizando a la otra persona hasta el extremo de convivir con un auténtico desconocido. Además nos hemos vuelto egoístas y nos gusta (¡exigimos!) que acepten nuestros defectos, pero a la hora de aceptar los de los demás... Tiramos por la vía fácil y rápida.
En definitiva, es como si todos esperáramos a que luchen por nosotros, pero a nadie nos gustase hacerlo.
Es verdad que estoy un poco desencantada con los tiempos que corren (no creo que sea un secreto a estas alturas del texto), pero también es justo reconocer que hemos ganado en algunos terrenos como una mayor libertad y, lo más palpable, una seguridad que hace tiempo no existía. Además podemos expresarnos libremente, viajar, acceder a una educación, ocupar unos buenos puestos de empleo, no nos falta la comida, ni la ropa, ni tampoco los coches...
Claro que lo tenemos más difícil a la hora de irnos de casa, de independizarnos, de construir nuestro propio nidito de amor...
Afortunadamente siempre existe un roto para un descosido y he tenido la suerte de coincidir en esta vida con un chico maravilloso con el que comparto casi las mismas idea e ideales.
Un chico con defectos que le hacen mucho más encantador y real al mismo tiempo. ¡Además conoce lo peor de mi y también lo acepta! Tengo alguien en quien confiar, a quien querer y, sobretodo, alguien con quien luchar en esta vida tan perra y fabricar un futuro común.
Definitivamente, eso lo contrarresta todo, pues no hay sensación más grande en la vida que levantarte cada día con el apoyo incodicional de una persona y saber que juntos podeis cambiar el mundo y lo que haga falta.
Por ejemplo, para reyes se le hacía una lista a mamá y de ahí los reyes magos traerían lo que podrían porque "había muchos niños en el mundo y tenían que repartir los juguetes entre todos".
A veces te encontrabas sólamente la muñeca que querías, y otras veces no había muchos juguetes, sino que el salón estaba lleno de un montón de ropita o material para el colegio. Pero igualmente te ponías contenta ¡¡porque eran regalos y encima te los habían dejado los Reyes Magos!!
No sé si será que al ir creciendo ves las cosas desde otra perspectiva diferente, pero ahora tengo la impresión de que no es lo mismo.
Por un lado, creo que a los niños, en nuestro empeño de darles siempre lo mejor, se les otorgan demasiados beneficios y les restamos TODAS las resposabilidades y obligaciones. Y con esto estamos creando pequeños monstruitos que carecen de disciplina alguna y no saben valorar lo que tienen. Seres egoistas y mimados que con un ¡ay! lo tienen todo. En cierto modo esto también se traduce en una pérdida de aquella inocencia e ilusión que teníamos de enanos.
Los más peques claro que la conservan (es por eso que me gusta tanto trabajar con la primera infancia), son características inherentes a los niños y es lo que les hace más especiales que al resto de seres humanos, pero en cuanto crecen un poco lo pierden todo. Antes eso nos duraba años.
Los jóvenes ya no salen a divertirse y bailar con los amigos, salen de caza, a ver si pillan cacho. Literalmente, "a ver si follan". Ya no se intercambian miradas ni gestos coquetos, se intercambian fluidos directamente.
Ya no existen esas cartitas de amor que escribíamos de niños, ahora todo se dice a través de un SMS en el que muchas veces no entiendes nada por culpa de esas abreviaturas tan ilegibles.
En cuanto a las relaciones... Quizás ahora se ha perdido mucha de esa magia, esa emoción, esas ganas de querer darlo todo. En definitva, se ha perdido el ROMANTICISMO (con mayúsculas).
Noto que ahora lo que prima es el sexo, el placer y no son pocos los que se atreven a afirmar que el amor no existe. Aquí supongo que es donde yo marco la diferencia; Siempre he soñado con formar una familia con un parde crios o tres y un marido fiel y feliz. Ahora eso se ve como una atadura. A la gente le gusta ser independiente.
Y cuando alguien se compromete creo que muchas veces se hace de una manera superficial o incluso idealizando a la otra persona hasta el extremo de convivir con un auténtico desconocido. Además nos hemos vuelto egoístas y nos gusta (¡exigimos!) que acepten nuestros defectos, pero a la hora de aceptar los de los demás... Tiramos por la vía fácil y rápida.
En definitiva, es como si todos esperáramos a que luchen por nosotros, pero a nadie nos gustase hacerlo.
Es verdad que estoy un poco desencantada con los tiempos que corren (no creo que sea un secreto a estas alturas del texto), pero también es justo reconocer que hemos ganado en algunos terrenos como una mayor libertad y, lo más palpable, una seguridad que hace tiempo no existía. Además podemos expresarnos libremente, viajar, acceder a una educación, ocupar unos buenos puestos de empleo, no nos falta la comida, ni la ropa, ni tampoco los coches...
Claro que lo tenemos más difícil a la hora de irnos de casa, de independizarnos, de construir nuestro propio nidito de amor...
Afortunadamente siempre existe un roto para un descosido y he tenido la suerte de coincidir en esta vida con un chico maravilloso con el que comparto casi las mismas idea e ideales.
Un chico con defectos que le hacen mucho más encantador y real al mismo tiempo. ¡Además conoce lo peor de mi y también lo acepta! Tengo alguien en quien confiar, a quien querer y, sobretodo, alguien con quien luchar en esta vida tan perra y fabricar un futuro común.
Definitivamente, eso lo contrarresta todo, pues no hay sensación más grande en la vida que levantarte cada día con el apoyo incodicional de una persona y saber que juntos podeis cambiar el mundo y lo que haga falta.
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