¡Una oportunidad!

Necesito pregonarlo a los 4 vientos. Lo necesito porque todavía no sé si me lo creo del todo. Pensaba que no iba a llegar nunca, pero al fin puede vislumbrarse la luz al final del tunel: ¡me van a dar una oportunidad!

Esta mañana, cuando menos esperanzas tenía, me sonó el móvil. Mi cuñada, casualmente compañera de gremio, me contaba que necesitan una educadora infantil en el centro en el que trabaja. Me dijo que fuera esta misma tarde a hablar con la directora. Y parece que todo ha salido bien.

Mañana es mi primer día en la escuela ¡¡Y estoy de los nervios!!

Sé que es una sustitución y en principio el contrato no durará más que hasta fin de mes, aunque existe la posibilidad de que se alargue la cosa, pero para mí eso es lo de menos. Se trata de una manera de ir metiendo la cabeza y de paso ir adquiriendo la experiencia que tanta falta me hace ahora mismo.

Las emociones que me embargan en este preciso instante son tantas que la mezcla resulta casi indescriptible: ansiedad por que llegue el momento, nervios por si algo sale mal, la incertidumbre que siempre nos surge al empezar en un nuevo entorno de trabajo, muchísimas ganas de aprender y de agradar a quienes confian en mí y, sobre todo, una enorme gratitud tanto al nene como a su familia que, literalmente, se han volcado conmigo.

Ahora sólo espero poder estar a la altura de las circunstancias y ser capaz de aprovecharlo como se merece.