El pasado martes saltaba la noticia a los medios de todo el mundo: el Senado de Brasil aprobaba por 59 votos a favor y siete en contra una reforma del Código Forestal con la que el Gobierno pretende aumentar la extensión de terreno no protegida, que presumiblemente servirá de ahora en adelante para la explotación agropecuaria y maderera.
De esta manera se reduce desde el 80 al 50 por ciento la extensión de terreno protegida en la región amazónica y de 30 a 15 metros el radio protegido desde la ribera de los ríos. Y además se legaliza la explotación realizada en las llamadas zonas de protección permanente hasta el 22 de julio de 2008, lo que supone una especie de amnistía para las empresas madereras responsables de su deforestación.
¿Estamos locos o qué? ¿De qué sirve que junto a medidas de este tipo se obligue a los hacendados a recuperar al menos cien metros de la superficie degradada por su actividad económica o que se incluyan ayudas con la intención de que éstos lleven a cabo una explotación responsable si después le servimos la absolución en bandeja a quienes se saltan las leyes a la torera? Imagino que es una buena manera de justificar la aprobación de una aberración como esta. Y también de tener la conciencia algo más tranquila.
Irremediablemente estamos exterminando el mayor pulmón del mundo y, lo que es peor, lo estamos haciendo con el beneplácito de los distintos gobiernos del mundo. Da igual el apellido que lleven o el partido político al que pertenezcan: a todos ellos parece importarles un bledo la salud de nuestro planeta.
Por fortuna siempre existirá un grupo de personas dispuestas a luchar por este y otros tantos motivos, lanzando iniciativas como la de Greenpeace, en la que se solicita nuestra colaboracion para hacer más fuerza a la hora de exigirle a la Presidenta de Brasil que cumpla las promesas que hizo durante su campaña electoral y vete este proyecto de ley.
No se si servirá de algo, pero yo ya he firmado. Y sólo me ha costado 20 segundos de mi tiempo...
De esta manera se reduce desde el 80 al 50 por ciento la extensión de terreno protegida en la región amazónica y de 30 a 15 metros el radio protegido desde la ribera de los ríos. Y además se legaliza la explotación realizada en las llamadas zonas de protección permanente hasta el 22 de julio de 2008, lo que supone una especie de amnistía para las empresas madereras responsables de su deforestación.
¿Estamos locos o qué? ¿De qué sirve que junto a medidas de este tipo se obligue a los hacendados a recuperar al menos cien metros de la superficie degradada por su actividad económica o que se incluyan ayudas con la intención de que éstos lleven a cabo una explotación responsable si después le servimos la absolución en bandeja a quienes se saltan las leyes a la torera? Imagino que es una buena manera de justificar la aprobación de una aberración como esta. Y también de tener la conciencia algo más tranquila.Irremediablemente estamos exterminando el mayor pulmón del mundo y, lo que es peor, lo estamos haciendo con el beneplácito de los distintos gobiernos del mundo. Da igual el apellido que lleven o el partido político al que pertenezcan: a todos ellos parece importarles un bledo la salud de nuestro planeta.
Por fortuna siempre existirá un grupo de personas dispuestas a luchar por este y otros tantos motivos, lanzando iniciativas como la de Greenpeace, en la que se solicita nuestra colaboracion para hacer más fuerza a la hora de exigirle a la Presidenta de Brasil que cumpla las promesas que hizo durante su campaña electoral y vete este proyecto de ley.
No se si servirá de algo, pero yo ya he firmado. Y sólo me ha costado 20 segundos de mi tiempo...
4 comentarios:
Cuánto tiempo Perséfone :), tanto que no sé si te acordarás de mí! Desde luego que es una mala noticia, como si ya no hubiera estado talando lo suficiente ahora encima cogen y les dan pájara abierta...
Por si sirve de algo, ya he firmado.
No hay conciencia.
Un abrazo.
Es necesario concienciar a la gente. No hay más planeta que el que tenemos. Esperemos que tantas voces no caigan en saco roto.
Besos.
Me recuerda a lo de kyoto y el cambio climático: los países que más daño pueden hacer son los que ignoran las cosas que hacen simplemente porque se mueve demasiado dinero y no pueden prescindir de eso.
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