Palabras con sabor a vainilla

Había sido un día de duro trabajo, y también de estudio. Por si eso fuera poco, el coche viejo, ese al que tenía tanto cariño, se había terminado de estropear dejándoles tirados. Por suerte su chica estaba con él cuando todo sucedió y pudo acercarle al barrio.

Estaba agotado.

Al bajar del coche y llegar a casa encontró en su carpeta una hoja extraña. Estaba escrita con una letra que le era totalmente inconfundible y aunque en un principio pensó que no debía leerla por si se la había dejado allí sin querer, finalmente la curiosidad le pudo.

En cuanto ojeó las dos primeras líneas se dio cuenta de que la situación había sido previamente intencionada: aquella especie de carta iba especialmente dirigida a él.

Y casi pudo verla a ella tendida en su cama, escribiéndole sobre las duras tapas de un viejo cuaderno mientras se mordía el labio inferior (una costumbre que guardaba desde niña). Y también pudo leer en sus labios esa sonrisa que se le escapaba sin darse cuenta cada vez que planeaba alguna de sus travesuras.

Emocionado entonces, continúo leyendo: esas líneas eran para él, sin duda alguna, lo mejor del día. No podían haber llegado en mejor momento.

Madrid, 23 de Julio de 2008

La habitación todavía está impregnada de ese intenso olor a vainilla que me trae a la mente una silueta que prende, ilusionada, el tabaco de su nueva pipa.

Y eso hace que te eche de menos... Más de lo normal.

Ya sabes que, independientemente del idioma en que lo haga (como si supiera muchos...), siempre me defendí mejor cuando las palabras salen del puntero de un bolígrafo que cuando lo hacen de mis propios labios.

Tal vez por eso siento que, ahora mismo, además de ser esta la única, podría ser también la mejor manera que tengo de calmarme esa sed de ti que inunda por instantes todo mi ser, aunque el aroma del comienzo permanezca conmigo.

O quizás me haya visto empujada a plasmar estas líneas sobre un papel porque no encuentro otra forma de mandarte mis ánimos, ni tampoco de ofrecerte el más sincero de todos los apoyos.

¿O porque te lo mereces?
¿O porque confío plenamente en ti y tus posibilidades?
¿O porque sé que tus esfuerzos jamás serán en vano?
¿O porque soy realmente afortunada al tenerte a mi lado?
¿O porque me siento realmente orgullosa de ti?
¿O porque me haces muy feliz?

¿Por todo eso y mucho más? ¿O, simplemente, porque TE QUIERO?

PORQUE “EL SUEÑO SIGUE INTACTO”
Y VAMOS A POR ÉL.

¡No se lo podía creer!

Después de escribirla de mil maneras diferentes y haber perdido la cuenta sobre las veces que la había leído ¡Le había metido en la carpeta la carta equivocada! Aquella que tenía la fecha mal y hasta un par de tachones. ¿Cómo podía ser tan despistada?

Se reprochaba el no haberla pasado a ordenador, en lugar de dejarla a mano, con aquella caligrafía que tan impresentable se le antojaba en aquel momento. De hecho, era la primera vez que se atrevía a entregarle algo no mecanografiado, sino de su puño y letra.

Qué desastre...

Pero ya estaba hecho.

Ahora que no había marcha atrás, temía haber pecado de empalagosa, que a él no le gustase o que le pareciera cursi. Se repetía una y mil veces que no debería haberlo hecho. Se preguntaba si no hubiese bastado con mandárselo al correo.

Pero en el fondo sabía que estos detalles que a ella le parecían pequeños pero importantes, a él le encantaban. Y por eso miraba el reloj constantemente, nerviosa como una quinceañera que se enamora por primera vez: ¿Lo habría visto ya? ¿Por qué se sentía tan estúpida?

La pantalla del móvil se iluminó, apareciendo entonces un mensaje corto, pero claro y muy conciso.

“No sé qué haría sin ti”

Carta:
1. f. Papel escrito, y ordinariamente cerrado,
que una persona envía a otra para comunicarse con ella.
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