lunes, septiembre 18, 2006

En nuestros corazones

Parece que fue ayer cuando llegabas a casa: estabas débil, en los huesos diría yo, y sucia. Vivir a la intemperie te había pasado factura y, sin embargo, eras la más dócil y la más guapa de todas.

O al menos así te vi yo desde el primer momento...

En tu mirada podían adivinarse una bondad infinita y una increíble falta de cariño. Nosotros estábamos dispuestos a darte todo el que hiciera falta, al igual que tu hiciste con nosotros.

Desprendías inocencia por todas partes.

Y así es como entraste en nuestras vidas y en nuestros corazones. Venías de un lugar totalmente diferente y, curiosamente, te acomodaste en ellos con una facilidad y una rapidez pasmosas.

Ahora te vas de la misma forma en que viniste: sin avisar y dejando vacío el hueco que un día llenaste. Tranquila, no te culpo. Sé que tu eres la primera que no quería marcharse y por eso luchaste hasta el final.

Pero es que necesitaba gritarle al mundo lo mucho que te echamos de menos, y esta es mi particular forma de hacerlo.


Ya no asomas tu cabecita por debajo de la cortina del salón, ni tampoco nos lloras pidiendo comida. Ya no podremos sacarte a pasear al parque, ni vendrás a saludarnos, moviendo el rabo, cada vez que salimos a la terraza. Ahora ya no sales corriendo hacia la calle cuando te abrimos la puerta, ni te tumbarás panza arriba para que te hagamos cosquillas en la barriguita. Ni tampoco podrá regalarte el nene esos huesos que tanto te gustaban...

Ya no vives aquí, Tinita, pero quiero que sepas que siempre estarás con nosotros, aunque sea en nuestros corazones.


Qué duro es perder a un ser querido, aunque este ande sobre 4 patas.

5 comentarios:

Wild Dragon dijo...

Uff me ha tocado. No se como actuaria cuando el mio nos diga adiós

Karlos dijo...

Yo todavía lo recuerdo y no me olvidaré de él nunca. Y de esto hace mucho, mucho tiempo. Era un pastor alemán. Se llamaba Ringo. Era muy inteligente, cariñoso, siempre estaba ahí, fiel, esperándote, daba igual que hiciera frio o calor, que estuvieras de buen humor o tuvieras un día no tan bueno. El nunca fallaba.

La verdad es que estos animalitos son mejores que algunas personas.

Lo mejor de todo es que siempre guardarás un grato recuerdo de todos los momentos vividos, porque nunca hubo ninguno malo.

Un beso y ánimo, que esté donde esté ahora, seguro que se acuerda de vosotros tanto como vosotros de él.

El capitán del cascarón que visita a su polizón ;)

Eduardo Parra Istúriz dijo...

A veces creo que darle tanto amor a un animalito es un acto de masoquismo, porque casi siempre mueren antes que nosotros. Pero ¿cómo evitarlo? yo aún recuerdo el impacto de encontrar a mi perro envenenado al borde de una calle, con la inocencia que lo caracterizaba. Sí, se salió un día y no regresó. Me tocó buscarlo por la calle y lo encontré inmóvil. Tenía 12 años (yo) y es una de las experiencias más duras que recuerdo; yo alimenté a ese cachorro cuando tenía 15 días de nacido y su madre lo rechazó.
Nada, que me estoy robando tu post... y que no dejemos de amarlos, esos animalitos se lo merecen; ¡vaya que se lo merecen!

Black Swan dijo...

A veces enterramos sin que mueran, otras veces les terminanos hechando la última palada con los años.

Y en definitiva, el enterrador más temido de todos los tiempos es el olvido.

Que nunca tenga él la última palabra.

Miguel dijo...

Hola Perséfone:

Pues si que tiene un gran parecido tú perrita Tinita con la mía, Heidi. Me he emocionado mucho leyendo este post que le dedicaste a ella. Siento que ya no este con vosotr@s, aunque a decir verdad siempre lo estará en vuestro corazón.

Tu blog es muy bonito, si tú quieres puedes colaborar con nosotros enlazando tú blog con el nuestro, nosotros por supuesto haremos lo mismo.

Aquí puedes leer la historia y ver más fotos de Heidi.

http://fotosgaraheidi.blogspot.com/

http://garayheidi.blogspot.com/

Un saludo

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