Ya sean nuestros hijos, hermanos pequeños, primitos, sobrinos o incluso alumnos, quienes tenemos la suerte de contar con la presencia de niños a nuestro alrededor sabemos de sobra de la influencia del juego en su desarrollo así como de la importancia de dotarles de los juguetes adecuados, que deben ser acordes a su edad y resultar, en la medida de lo posible, educativos.
De hecho en nuestros días es frecuente (y más aún cuando se acercan estas fechas tan señaladas) encontrarse con diversos espacios en los distintos medios de comunicación destinados precisamente a facilitarnos la tarea a través de una serie de recomendaciones formuladas por especialistas en la materia, que incansables nos animan a rechazar las opciones más inadecuadas por motivos variados.
Como en todos los ámbitos de la vida, desgraciadamente también existe el extremo opuesto: aquellos que parecen mantener una particular cruzada contra todo lo que pueda ayudar a incrementar un ápice la inteligencia de las generaciones del futuro sin ni si quiera dudar a la hora de influir en la difusión de hábitos negativos, estereotipos sexistas o la violencia gratuita entre otros.
De éstos últimos, el caso más sangrante con el que me he encontrado recientemente es un juego basado en el programa de prensa rosa de sobremesa más famoso de nuestro país y cuyo nombre pienso omitir para no regalarle la publicidad a algo que odio profundamente. Quizás el asunto no me resultaría tan grave, si no fuera porque este despropósito está recomendado por el propio fabricante para niños de 12 años en adelante.
Un claro ejemplo de para cierto tipo de industrias todo vale en nombre de las ventas.
Porque, ¿qué importa que, en lugar de las capitales de Europa, nuestros menores sepan de memoria qué actriz inglesa es conocida en algunos círculos como la gata y llegó a casarse ocho veces o el nombre real del torero conocido como el de las mujeres sin con este tipo de entretenimiento estamos creando una auténtica escuela de consumidores?
5 comentarios:
Hola Persefone, como bien dices, también está la parte opuesta a la razón, que mira más hacia lo comercial, hacia las ventas tratando de sacar beneficios a un sector de la población que gusta de estos programas basura y que yo odio tanto. Pero a este sector que gusta de estos espacios yo no me atrevería a llamarles incultos, Desconozco el nivel de Sorokin,tampoco me interesa, pero el solo se acaba de etiquetar.
Un saludo
Como no me gusta nada que me etiqueten, he borrado mi comentario. De todas formas, el que sí se etiqueta es el tal juan antonio.
Juan Antonio, Sorokin: Tranquilos chicos. No me gustaría que surgieran malos rollos de ningún tipo entre vosotros, y mucho menos por una tontería como esta.
No hay una ética acorde con los tiempos que corren. Estamos asistiendo al todo vale con tal de tener público, y esto a mí me apena.
Besos.
Existe un amplio negocio relacionado con cosas anticulturales que aprovecha cualquier ocasión para colarse entre públicos a los que esclavizar lo más temprano posible. Empezando por el tabaco, siguiendo por la prensa amarilla (empezando con revistas "disney" o "superpop" para niños con contenidos muy discutibles y que enlazan con contenidos de la misma calaña ya para mayores), etc
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