Por un debate no excluyente

El 7 de noviembre fue fijado como el día en que, supustamente, tendrá lugar uno de los acontecimientos de la precampaña electoral más esperados por muchísimos españoles, el debate televisivo entre los líderes de los principales partidos políticos españoles. Sin embargo, a nadie parece extrañarle que los invitados a este tipo de eventos sean siempre los mismos: los presidentes del PP y PSOE (en este caso, Rajoy y Rubalcaba).

Es cierto que ambas son las fuerzas más votadas y, por ende, las mayoritarias. Pero esto no significa que sean las únicas ni tampoco que no existan multitud de propuestas provenientes de otras organizaciones dignas de ser escuchadas.

No me extraña, por tanto, que primero los partidos minoritarios criticaran el pacto del debate del 7-N por excluyente y ahora IU haya decidido recurrirlo ante la Junta Electoral por la misma razón, ya con este tipo de acciones no solo estamos ignorando a mucha gente que tal vez sí tiene algo interesante que aportar, sino que además le estamos haciendo un flaco favor a una democracia que para muchos de nosotros ya se encuentra herida de muerte.

Y es que en muchos casos la pluralidad es sinónimo de riqueza. Una riqueza que, en mi opinión, debe ser muy tenida en cuenta en unas próximas elecciones marcadas por multitud de cambios y movimientos surgidos durante los últimos meses: el 15-M y su indignación, la creación de un nuevo ecologista (EQUO) que a muchos convence, la posible disolución definitiva de ETA (con la enorme alegría y esperanza que ello me genera) y , con ello, la apertura dea un nuevo diálogo sobre el conflicto político que todos conocemos, etc.

Todas esas voces merecen ser escuchadas y tenidas en cuenta y absolutamente nadie debería olvidarse de ello: ni los políticos, ni los madios informativos, ni las cadenas televisivas ni, por supuesto, los ciudadanos.

Yo no quiero un debate excluyente, ¿Y tú?