domingo, octubre 16, 2011

De riesgos y descuidos

Cuando llega el momento de decidir a qué te quieres dedicar profesionalmente en un futuro, la mayoría lo intentamos hacer sabiendo de antemano qué es lo que más o menos nos podemos esperar, tanto para bien como para mal.

Al menos ese fue mi caso, ya que en el instante en que efectuaba la matrícula para poder obtener el título de educadora infantil lo hacía siendo plenamente consciente de que, pese a la responsabilidad que asumes al hacerte cargo de más de 15 niños menores de 3 años, tanto las condiones laborales como las características de determinados tipos de centros que se hacen llamar a sí mismos educativos, aunque nada tengan de ello, no son precisamente las mejores.

De hecho, no es sólo un tema que muchos conocidos te recuerden constantemente, sino que a menudo la sociedad al completo es testigo de esos abusos y negligencias a través de los informativos, periódicos u otro tipo de reportajes de investigación, el último caso hace tan sólo unos días:



Pese a esa certeza de la que hablaba al comienzo de esta entrada y a estar segura de que estoy donde quiero estar, no puedo evitar que, cada vez que escucho noticias de este tipo, además de ponérseme los pelos como escarpias, me surjan un montón de preguntas al respecto: ¿Realmente eres consciente de los riesgos que asumes al estar con niños tan pequeños? ¿Sabes el alcance que puede llegar a tener algún fallo tuyo? ¿En qué condiciones tienen a los niños (y también a los trabajadores) en algunas escuelas (fundamentalmente privadas)? En definitiva, ¿Sabes, de verdad, dónde te metiste?

Ni que decir tiene que esas dudas se disipan en cuanto un pequeño me dedica una sonrisa o cualquier carantoña, pero si algo tengo claro es que estos sucesos deberían servir para que, quienes tienen el poder y la responsabilidad, se replantearan de una vez por todas si realmente lo estamos haciendo bien.

Porque, aunque para muchos esto no es ni trabajo (sino una especie de entretenimiento que no pasa de pintar, jugar y cantar cuatro canciones con los peques), la realidad es que, cuando hablas de vidas humanas (y más aún de bebés) el daño de un descuido o, peor aún, de una negligencia se multiplica por mil.

En esta profesión jamás deberíamos olvidarnos de que, con cada niño que entra en el aula, hay una familia que está confiando lo más sagrado que tiene. Sólo por eso, los riesgos deberían ser casi inexistentes.

Pero claro, el capital es el gana. Como siempre...

2 comentarios:

Mr Blogger dijo...

Supongo que toda profesión que conlleve trato humano, sea con niños, con adultos o con ancianos, debería tener un apoyo psicológico y un control. Que las personas que tratan con personas sufren mucho o pueden no tener el don de gentes necesario para tratar con los demás.

Miguel dijo...

Yo soy profesor de niños del primer ciclo de secundaria, por lo que sé de qué hablas. Nosotros tenemos problemas y rersponsabilidades que derivan de la forma de ser de estos alumnos, pero yo me imagino lo que puede llegar a ser una clase con quince alumnos de tres años y alucino al saber que hay gente (tú eres un ejemplo) que es capaz de darles clase. De verdad, moi más sincera admiración.

Un beso.

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