Haciendo balance

Decía una canción que tres cosas hay en la vida: 'salud, dinero y amor'. En estos tiempos en los que la preocupación por el paro se encuentra en su punto más elevado de toda la década y se producen 333 rupturas matrimoniales al minuto en España, no me extraña lo más mínimo leer que ahora mismo, nuestra principal fuente de satisfacción se halla en la salud. Bueno, en la salud y en nuestra vida sexual, porque más del 80% de los españoles decimos estar muy satisfechos con ella (¿Será verdad o estamos, de nuevo, fanfarroneando un poquito?).

Parece ser que cuando el año está a punto de terminar es cuando más percibimos la rápidez del paso del tiempo y eso nos lleva a hacer balance de lo bueno y lo malo que nos ha sucedido durante los últimos 365 días.


Echando la vista hacia atrás y comparando mi experiencia personal con los puntos destacados en el primer parrafo podría decir que, salvo un punto muy determinado, salgo ganando por goleada: Me siento muy querida por los míos, del tema sexual desde luego no me puedo quejar (¡Y estoy diciendo la verdad! jaja) y la salud no va para nada mal en la familia, especialmente después de aquella pequeña intervención quirurjica que le hicieron a papá para implantarle un marcapasos.

Sin embargo hay mucha gente en nuestro país que ha dejado de convivir con ese miedo al despido para hacerlo con el pseudónimo de 'parado de larga duracción'. Entre ellos están tanto papá como mamá, por lo que no se puede negar tampoco que el año ha estado muy marcado por las dificultades económicas y un importante sentimiento de impotencia al querer salir de esta situación y no poder.

Aún así, nos quedamos con lo bueno, que no ha sido poco: podemos hablar de algunos logros personales, de lo gratificante que resulta retomar aquello que un día dejaste a medias, de la grandeza de la solidaridad (especialmente cuando proviene de quien menos lo esperabas), del apoyo incondicional o de la tremenda fuerza que pueden darte los sueños y la ilusión por alcanzarlos algún día.

Dicen loa más optimistas que a lo lejos se escucha el dulce susurro que provocan esos vientos de cambio y que la situación mejorará en el año que está a punto de comenzar. El resto sólo podemos limitarnos a entrar en el 2010 con ese fuerte deseo, no sabemos si acompañados por la incredulidad o por la esperanza (la que dicen que nunca se pierde).

No sé vosotros, pero estoy deseando saber qué es lo que nos deparará el cambio de decada...

¡Feliz año nuevo a todos!
(Y que se cumplan todos vuestros deseos)