He tenido la suerte de estar algo más de una semana con mi chico fuera de la ciudad. Lo cierto es que aquello era lo más cercano al paraíso que te puedas imaginar (al menos para mí, que todos tenemos una concepción distinta del paraíso xD), así que como comprenderéis las veces en que me he acordado de esto han sido bien escasas.
No obstante, he de admitir que en ciertas ocasiones me sorprendí a mi misma preguntándome (casi siempre en las horas previas al sueño ya que él se duerme antes que yo y no me da tema de conversación xD) qué es lo que estaría sucediendo por estos lares o incluso haciendo fotos de lugares impresiones con la principal intención de incluirlas en algún artículo que escribiese para vosotros en este pequeño espacio.
El caso es que ahora te ves aquí de nuevo y sientes que te inunda la rutina, a la vez que pierdes algo inmenso y crece en ti eso que sientes cuando sales de casa y crees que se te ha olvidado algo.
Y ya no te sorprendes preguntándote qué será lo próximo que escribas en tu Blog, sino cuándo podrás volver a dormir cada noche con la persona que más quieres o dónde están las montañas que veías cada día al despertar.
Qué paradoja.
Dónde había un montón de caballos y vacas pastando, ahora sólo hay asfalto. Y por si eso fuera poco, el sonido del río se ha convertido en una algarabía de bocinas eléctricas que no te deja conciliar el sueño.
Sin duda alguna, si a esto no se le puede llamar síndrome de abstinencia, debe ser algo muy similar.
1. m. Psicol. Conjunto de síntomas provocado por la reducción o suspensión brusca
de la dosis habitual de una sustancia de la que se tiene dependencia.
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