- El Castillo del Silencio está justo detrás de la próxima subida.
Emocionado ante la idea de ver el Castillo, el caballero apresuró el paso. Llegó a la cima del monte sin aliento. Era verdad, el castillo se veía a lo lejos, bloqueando el sendero por completo. El caballero les confesó a Ardilla y a Rebeca que estaba decepcionado. Había esperado una estructura más elegante. En lugar de eso, el Castillo del Silencio parecía uno más.
Rebeca rió y dijo:
- Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones.
El caballero asintió ante la sabiduría de estas palabras.
- He pasado casi toda mi vida decepcionándome. Recuerdo que, estando en la cuna, pensaba que era el bebé más bonito del mundo. Entonces mi niñera me miró y me dijo: “Tenéis una cara que sólo una madre podría amar”. Me sentí decepcionado por ser feo en lugar de hermoso, y me decepcionó que la niñera fuera tan poco amable.
- Si realmente os hubierais sentido hermoso, no os hubiera importado lo que ella dijo. No os hubierais sentido decepcionado – Explicó Ardilla.
Eso tenía sentido para el caballero.
- Estoy empezando a pensar que los animales son más listos que las personas.
- El hecho de que podáis decir eso os hace tan listos como nosotros – Replicó Ardilla.
- No creo que todo esto tenga que ver con ser listo –Dijo Rebeca-. Los animales aceptan y los humanos esperan. Nunca oiréis a un conejo decir: “Espero que el sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar”. Si el sol no sale, no le estropeará el día al conejo. Es feliz siendo un conejo.
Extraído del capítulo IV ("El castillo del Silencio")
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