miércoles, diciembre 12, 2007

Pequeñeces que se hacen grandes

Son muchas más cosas de las que pensamos: una caricia, un beso, una mirada, un abrazo, que te den la mano o que te preparen tu plato preferido. Y un helado de chocolate de postre.


Llegar al lugar donde quedaste tu pareja y ver que él ya te está esperando con una sonrisa en los labios, permanecer desnudos bajo el calor de las mantas y el roce de las sabanas, observarle mientras duerme. Un orgasmo.


Sentir las risotadas de algún niño pequeño, ver la inocencia en sus caras cuando la carroza de los reyes magos pasa por delante de ellos, ver la alegría, la ilusión y hasta la impaciencia con que abren sus regalos. Tirarte al suelo a jugar con ellos.


Leer un buen libro, encender la radio cuando ponen tu canción preferida, ver una película de tu agrado en el cine y bien acompañada.


Un baño caliente después de un día agotador, tumbarte cuanto te duelen las piernas, dormir sin que suene el despertador, disfrutar de un paseo (por la sierra o por la ciudad de noche). Hacer un trabajo excelente y en poco tiempo.


Andar descalza por la orilla del mar iluminada por la luna llena, mirar a las estrellas...


Pequeñeces que se hacen grandes si te paras a pensar. La cuestión es ¿los valoramos lo suficiente?


Tengo la impresión de que pasamos por la vida demasiado deprisa, sin sentarnos a disfrutar de esos pequeños placeres ni a observar la belleza de todo lo que nos rodea. Vivimos enfadados, cegados, empeñados en ir contracorriente, cuando existe todo un universo de pequeñas cosas que nos lo hace todo mucho más fácil y agradable. ¿Por qué te empeñas en ver sólo lo malo?


¡Para! ¡Detente! Respira hondo, observa tu alrededor y cuéntame ¿De qué no te has dado cuenta hoy que te hace ser un privilegiado? Mira bien y sé sincero contigo mismo, seguro que encuentras mucho más de lo que crees.


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